Extraído de https://one.elpais.com
Por Maruxa Ruiz del Árbol | 11-01-2018
Vahakn Matossian
Fundador de Human Instruments
Hace más de medio millón de años, en Atapuerca nació una niña diferente, aquejada de una extraña enfermedad (craneosiostosis) que si no se trata prematuramente, y obviamente no era así en el Pleistoceno, puede provocar ceguera y déficit neurológico. Aquella niña, sin embargo, vivió aproximadamente diez años gracias a los cuidados que le proporcionaron sus congéneres en unas condiciones de extrema dureza. Ana Gracia, una de las autoras de la investigación, afirmaba en 2009 que este descubrimiento “nos ofrece información sobre las capacidades sociales que nos proporcionaron nuestro éxito como especie, que está claro que no proviene de que seamos muy fuertes o tengamos unos dientes enormes”. El caso de Benjamina, nombre con el que fue bautizada la niña por los antropólogos, no es el único documentado que demuestra que nuestra especie y sus antecesores fueron solidarios con los individuos que necesitaron. Un comportamiento extraño (y, si se quiere, incluso antinatural) pero que hace a la esencia del ser humano: su capacidad para ponerse en el lugar del otro y ofrecer altruístamente su ayuda.
Esa intención de ayudar se aprecia desde el mismo nombre en la esencia de Human Instruments, compañía fundada por el alemán Rolf Gehlhaar (compositor y pionero en el campo de la interactividad musical) y su hijo el británico Vahakn Matossian (artista y diseñador). Ambos llevan tiempo trabajando para conseguir que las personas con limitaciones funcionales motrices puedan componer e interpretar música saltando sobre sus discapacidades. Lo hacen a través del diseño de instrumentos específicos como Hi Note (destinado a personas que tienen mínima o nula capacidad de movimiento en las extremidades) y Touch Chord (para los músicos con capacidad motriz pero poca fuerza en los brazos). John Kelly, miembro de la British Paraorchestra, fundada por Gehlhaar, expresa porqué es tan importante el trabajo de Human Instruments para los músicos que, como él, no pueden desenvolverse con instrumentos convencionales: “La música es un derecho humano básico. Es una necesidad humana porque es una forma de expresar lo que somos y quiénes somos”.
No hay muchos ejemplos en la historia de la música de intérpretes capaces de recuperar una carrera después de un accidente traumático que limitara su movilidad. Un caso emblemático es el de Rick Allen, baterista de Def Leppard, capaz de triunfar con una de las bandas de hard rock más importantes del mundo tocando la batería con una sola mano. El proyecto de Human Instruments busca que el suyo no sea un caso único. Su inspiración proviene de historias como la del trompetista que, tras quedar tetrapléjico y poder recuperar la posibilidad de tocar su instrumento gracias a ellos, confesó: “Prefiero interpretar música que volver a caminar”.
Edición: Maruxa Ruiz del Árbol | David Castañón
Texto: José L. Álvarez Cedena
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